Los Estoicos


ESTOICOS

 La escuela estoica, fundada por Zenón de Citium, y que tomó el nombre del pórtico en que éste enseñaba, se ha hecho célebre por la severidad de su moral. Adoptó el rigor de los cínicos, mas no su impudencia. Zenón fue discípulo del cínico Crates; pero se instruyó posteriormente en la escuela de Megara bajo la enseñanza de Stilpon, y en la platónica, oyendo primero a Xenócrates y después a Polemón.
Según los estoicos, nada hay bueno sino la virtud, nada malo sino el vicio. La virtud es la felicidad, el vicio, la desdicha. La virtud es sabiduría, el vicio, insensatez. El sabio o virtuoso, que para ellos significa lo mismo, es feliz, sean cuales fueren sus aparentes infortunios; si le atormentan en el potro, le meten en el toro de Falaris, o le destrozan lentamente sus carnes, continuará dichoso: su ventura es imperturbable; nada pueden contra ella los hombres; la conciencia es un cielo. Verdad es que a más de la virtud y el vicio hay en el mundo otras cosas que parecen buenas o malas; mas los estoicos, temerosos de contaminarse, no les daban estos nombres, sino el de preferibles o posponibles; los de bien y de mal los reservaban a la virtud y al vicio.
El sabio de los estoicos es una especie de ser impasible, a quien nada puede perturbar. Todo lo tiene y nada puede perder, y así no teme; nada le falta, y así nada desea; las pasiones que se levantan en los demás hombres, el sabio las conserva encadenadas, siempre, en todas ocasiones, en la fortuna próspera o adversa. La familia perece, los amigos mueren, la patria se hunde, el mundo se desploma: el sabio está sereno; el gozo retoza, la alegría se derrama, el dolor gime, la tristeza suspira, el asombro se petrifica, el terror se hiela y enmudece: el sabio continúa impasible.
 ¿Dónde está ese hombre? Entre los antiguos no se le encuentra; es un ser ideal que ellos concebían, nada más.
La cosmología de los estoicos se reducía a explicar el mundo por la acción del fuego, materia pasiva, y fuego que da movimiento, acción viva; helo aquí todo. Esto ni siquiera tiene el mérito de la novedad: lo hemos hallado en escuelas anteriores.
Su ideología estaba conforme con sus principios materialistas: no habiendo más que cuerpos, no hay más inteligencia que la sensación; toda la actividad del alma se dirige a ésta, y de aquí no puede pasar, porque fuera de esto no hay nada.
El método de los estoicos era oscuro, sutil, como de quien descarna huesos o saca espinas con alfileres.
Su lógica abundaba de sutilezas: ocupándose sólo de la parte relativa al arte de disputar, se olvidaban de la inventiva.
Los estoicos fueron poco felices en el arte de hablar. Zenón era tan frío que era capaz de apagar el fuego en quien lo tuviese.

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